¿Hola como estas? Estoy segura que de maravilla. Me gustaría preguntarte algo: – ¿Te gusta visitar el dentista? ¿Como vez el tema? Te cuento que yo personalmente tuve diferentes fases desde que me acuerdo de ir al dentista.
Al iniciar las visitas odontológicas, cuando yo era niña, de verdad amaba porque el dentista siempre tenía su puerta abierta y podiamos participar y ver distintos juegos con sus equipos que hacía a quien estaba en su sillita recibiendo su atención, un momento muy divertido, cantaba canciones hermosas en cuanto nos daba la cita y decía a los papas – cuando sacaba los dientes de leche – que nos llevase a comer un exquisito helado después de salir del consultorio.
La segunda fase fue cuando ese mismo dentista decidió cambiar de profesión y transformarse en político. En esa época la primera cosa que hizo fue
cerrar la puerta del consultorio y después no hablaba más con nosotros, no hacia sus lindos juegos y en algunos momentos era rudo con todos. Nosotros pensábamos ¿qué pasa? ¿Hicimos algo malo? Con esos cambios tan fuertes en su actitud de la niña que amaba visitar el dentista pase a estresarme mucho solo con la idea de tener que visitar un consultorio dental.
Bueno, esas memorias me han marcado mi vida en los años siguientes y se grabaron fuerte en mi inconsciente de tal forma que en la fase adulta ir al dentista paso a ser un instrumento de auto tortura. Creo que ese miedo inexplicable pasa con muchas personas, ¿tú no lo crees?
Al llegar en Mexico tuve que hacer ortodoncia ¿Cómo ves? Increíble que eso pase ¿no es verdad? Yo me ponía a pensar … ¿Como es posible tener que hacer algo tan complejo para quien se paraliza solo al pensar en visitar el dentista? Pues bien, después de pasar por 3 profesionistas con los cuales las cosas no fueran de verdad muy bien, por diferentes motivos, encontré un dentista que me inspiro confianza y termine, por fin, la endodoncia, ¡UFA!
Tu debes estar pensando que fue lo diferente de esta vez y porque con ese dentista avance tanto en el tratamiento. Te comento que los factores fueran distintos pero resalto dos en particular. El primero fue que decidi solucionar de una vez por todas el miedo que tenia a los dentistas e hice terapia ericksoniana que me ha apoyado a encontrar dentro de mis las herramientas necesarias para solucionar ese trauma que me impedía seguir a delante con el tratamiento. La segunda cosa fue la empatía con el dentista y su atención y paciencia con mis miedos.
Entonces en cada cita que iba para la endodoncia yo me sentaba en la silla le hablaba como un rayo de tempestad o un huracán de fuerza máxima y después respiraba, cerraba mis ojos y me imaginaba en un lugar hermoso donde disfrutaba una sensación de mucha felicidad. Yo imaginaba ese lugar con riqueza de detalles y más que todo sentía en mi cuerpo las sensaciones placenteras que ellas me proporcionaban. Utilizar mi respiración y mi imaginación en el tratamiento me daban la certeza que todo pasaría muy bien y que no sentiría ninguna dolor o sensación desagradable. Creo que es importante comentarte que por otras razones no uso anestesia dentaria o sea hice la endodoncia sin anestesia, ui.
Pasados un mes y medio terminé el tratamiento y te lo digo que me sentí como un corredor de maratón que atraviesa la línea final y recibí una medalla de oro por su conquista. Fue un gran logro que tiene mucho que ver con limpiar memorias negativas y resignificarlas.
Tiene que ver también con encontrar un profesional capaz de comprender – por más trabajo que tenga que hacer – que los seres humanos, muchas veces, tenemos limitaciones que, con un tantito de empatía, compasión y respecto al otro tu puedes apoyar que la persona haga cambios profundos en su vida y enfrente y solucione cuestiones intimas y antiguas en su vida siguiendo a delante.
Claro si tú me preguntes ¿que me gusta más ir al cine o al dentista? es obvio que la respuesta es el cine, pero el miedo que yo sentía al pensar en visitar un consultorio odontológico ese no existe más.
Somos seres tan hermosos que lo más lindo que podremos hacer para crearfelicidad en nuestras vidas es limpiar lo más que se pueda lo que no nos hace feliz. Fuimos creados para la felicidad y ella esta a dentro de nosotros, basta tocar en la puerta de nuestro corazón y conectarla a nuestros pensamientos y emociones.
Somos seres completos que algunas veces nos olvidamos de conectar nuestras partes con el todo y disfrutar, de verdad, de la vida como lo merecemos. ¡Namaste!
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